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04 marzo 2012

Fuera, Sufrimiento

El silencio se llevó la palabra.
Los suspiros se entorpecen en la caminata.
El Viaje continúa hacia las alboradas;
ya va asomando el Sol la cima de sus colinas,
ya va la Oscuridad despidiéndose de sus niñas.
Y todo vuelve a tener sentido,
cada piedra y cada estatua en su sitio.

La Lluvia que había bajado
entre los rocíos se ha evaporado.
Y vuelve de origen el ciclo,
descansando deja, por fin, a mis suspiros;
aquellos que en agonía me ahogaban
y entrecortaba, aquella, la palabra.

Vía libre el Viento que sopla mi boca,
no hay nada que ocultar entre mis horas.
Puedo soñar libremente desde mi cama
quien se convierte en cielo cada mañana.
Puedo levantar las piernas y sentir volar,
que me agradezca el poderlo notar.

Son testigos las tierras que piso
que a tu casa todos los soles me dirijo,
 Por divisar aquello que riega mis ojos
quien hace latir más fuerte a mis latidos,
¿qué será aquello que escondo?
Tan sencillo como un sustantivo:
Gabriel, arcángel de mis motivos.

Despejados sean los nubarrones encima de mis mejillas,
nítidas y sonrojadas antes adormecían.
Sean tus manos las que me da vida,
sea tus labios la que me espabila.

Ya el mal se ha ido,
el puente se vuelve a pasar.
El Sol profundo ha salido
ya podemos volver a la normalidad,
donde lo importante no es el olvido
sino buenas puertas recordar.

No es muy tonto el Destino,
si con esencia del más mezquino
es capaz de enamorar.

                                                                           
                                                                      Por tenerte entre tus ojos, sin lluvias y con miradas.

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