Son tantos tormentos los que llevo a cuestas,
son tantos gritos de cólera en hileras,
son tantas cosas que grito
pero nadielas escucha, no hay oídos.
Nadie comprende lo que mi mente piensa,
lo que mis ojos dicen, mis pómulos expresan,
aún diciendo en voz activa y alta: ¡Espera!
todo es inútil, criticar es la pena.
Si supieran lo que el cofre de recuerdos encierra,
si sintieran lo que escondo entre mi piel
seguro que sus bocas cierran,
pero ¿quién se lo dice a ver?
No hay manera de pintarlo,
no hay lugar donde posarlo,
todo para ellos son nada,
las regañinas, son su única arma.
No hay cueva donde poder dormir,
no hay pintura donde abstractar,
no hay sueños que cumplir
si mi alma está y no está.
Aún vivo en la cueva que ellos construyeron,
su mundo, sus fantasías; no las mías.
Sus jarrones, sus salones y sus ruegos,
no los míos, por quien lucho seria.
Aún debo escavar para encontrar la salida,
la mente se ha cerrado y para esquivar, con parabrisas.
No escuchan mis llantos de aturdida,
¿para qué? si aún sigue siendo una niña.
Por aquellos que no creen en el crecer aún siendo ancianos.
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